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Es
común
y habitual
recibir
en
la
vía
pública
volantes
entregados
en
mano,
los
cuales
muchas
veces
contienen
una
publicidad
de
los
horarios
de
un
instituto
de
artes
marciales.
Estos
volantes
han
cumplido
la
mayor
parte
de
las
veces
la
función
de
ser
un
disparador
para
que
una
persona
se
lance
a comenzar
la
práctica
de
un
determinado
arte
marcial.
Los
volantes,
que
son
de
una
calidad
siempre
fluctuante
y dispar,
brindan
un
mínimo
de
información
sobre
el
instituto
de
práctica,
estando
dirigidos
-según
palabras
textuales-
a "Infantiles
y Adultos",
encontrando
rara
vez
la
palabra
adolescentes.
Por
otra
parte,
si
a cualquier
persona
llega
un
ejemplar
de
una
revista
de
artes
marciales,
en
la
misma
no
es
infrecuente
encontrar
notas
referidas
a "El
taekwon-do
y la
tercera
edad",
"beneficios
del
Kung-fu
para
los
niños",
"el
Karate
y el
padre
de
familia",
etc.,
desprendiéndose
de
todas
ellas
que
el
adolescente
es
siempre
el
gran
ausente
en
las
mismas.
Por
la
palabra
"adolescencia",
cualquier
diccionario
nos
informará
que
es
"la
edad
que
sucede
a la
infancia
y precede
al
estado
adulto".
Esta
etapa
"intermedia"
se
caracteriza
no
solo
por
los
rápidos
cambios
hormonales
que
se
producen
en
el
varón
y la
mujer,
sino
principalmente
por
el
radical
cambio
de
conducta
de
los
mismos.
Dado
la
velocidad
con
que
se
desenvuelve
la
sociedad
en
nuestros
tiempos,
donde
la
persona
no
esta
exenta
de
males
actuales
como
el
stress
y el
agotamiento
físico,
no
es
fácil
para
ellas
enfrentar
situaciones
de
"individuos
en
etapa
de
transición",
reaccionando
la
mayoría
de
las
veces
con
actitudes
de
total
indiferencia.
Esta
indiferencia,
incide
notablemente
en
esta
etapa,
donde
mas
que
nunca
el
adolescente
requiere
un
trato
y una
comprensión
por
demás
especiales.
A los
varones
y las
mujeres
por
ejemplo
no
les
es
grato
ni
beneficioso
escuchar
constantemente
comentarios
referidos
a que
son
chicos
para
realizar
algunas
actividades,
o que
por
el
contrario
ya
están
"grandes"
como
para
tener
una
determinada
conducta
o actitud,
creando
inconscientemente
en
ellos
la
idea
de
que
no
encajan
en
ningún
eslabón
de
nuestra
sociedad.
La
adolescencia
tradicionalmente
se
afirma
que
está
comprendida
entre
los
13
y los
21
años,
pudiendo
según
la
opinión
de
algunos
analistas
extenderse
hasta
los
25.
En
este
periodo,
el
cuerpo
experimenta
un
cambio
producto
del
desarrollo
del
aparato
sexual
reproductor,
segregando
las
glándulas
de
dicho
aparato
una
gran
cantidad
de
hormonas
que
producen
un
estímulo
al
que
se
debe
responder.
Este
estímulo
provoca
según
los
médicos
excitación
y cuenta
con
gran
energía.
El
no
tratar
de
canalizar
los
efectos
de
esos
estímulos,
producen
en
los
adolescentes
conductas
y actitudes
que
los
hacen
vulnerables
a males
tales
como
la
drogadicción,
el
pandillaje,
el
embarazo
no
deseado,
el
abandono
escolar
y el
SIDA,
entre
otros.
Es
aquí
que
entra
en
esta
parte
del
análisis
la
práctica
de
las
artes
marciales.
Es
frecuente
escuchar
de
boca
de
los
padres
expresiones
tales
como
"es
lo
último
que
mi
hijo
podría
aprender,
dado
su
ocupada
agenda
de
actividades",
o "él
tiene
problemas
de
agresividad
en
el
colegio
secundario",
como
también
"no
quiero
que
después
encima
me
mate
a alguien".
En
Oriente,
la
figura
del
maestro
es
entendida
como
complementaria
de
la
de
los
padres,
ya
que
estos
últimos
son
quienes
los
crían,
siendo
el
maestro
quien
los
educa.
En
nuestra
sociedad,
la
figura
docente
de
cualquier
rubro
esta
tan
desprestigiada,
que
intentar
paliar
el
estado
de
ignorancia
que
padece
gran
parte
del
público
con
respecto
a las
artes
marciales,
se
puede
convertir
para
muchos
en
un
objetivo
de
casi
imposible
cumplimiento.
En
primer
lugar,
los
padres
de
los
adolescentes,
que
por
suerte
cada
vez
comprenden
un
poco
más
los
beneficios
de
las
artes
marciales
tanto
para
los
niños
como
para
los
adultos,
tienen
que
poder
apreciar
que
esos
mismos
beneficios
son
extensibles
al
cuestionado
público
adolescente.
El
deporte
es
indicado
para
ellos
como
una
actividad
casi
obligatoria
por
parte
de
muchos
psicólogos,
por
lo
tanto,
la
combinación
de
entrenamiento
de
la
parte
externa
como
interna
de
la
persona,
que
ofrecen
las
artes
marciales
provenientes
de
oriente,
lejos
puede
perjudicar
la
salud
emocional
de
un
joven,
sino
que
por
el
contrario,
le
brindara
una
visión
de
ciertos
aspectos
de
la
vida
por
sobre
la
media
común
de
sus
pares.
No
podemos
dejar
de
traer
a colación
otro
infundado
comentario
referido
a que
las
artes
marciales
tienden
a formar
una
personalidad
individualista.
Nada
más
lejos
de
la
realidad.
El
estudiante
que
se
encuentra
bajo
la
guía
de
un
profesional,
rápidamente
y en
virtud
al
clima
creado
en
la
clase
por
este
último,
apreciará
e incorporará
valores
tales
como
el
respeto
al
prójimo,
la
auto
confianza,
la
perseverancia,
el
auto
control,
el
espíritu
de
superación,
la
camaradería
y el
criterio
propio,
por
enunciar
tan
solo
algunos.
Basta
apreciar
las
reuniones
a la
salida
del
horario
de
práctica
del
adolescente
con
sus
compañeros,
en
las
cuales
brillan
por
su
ausencia
el
alcohol,
o sino
también
comprobar
el
espíritu
de
apoyo
y colaboración
que
se
encuentra
en
un
torneo
cuando
un
compañero
del
instituto
de
práctica
decide
competir,
para
demostrar
que
las
artes
marciales
lejos
están
de
producir
eremitas
o inadaptados
sociales.
Las
espectaculares
peleas
entre
artistas
marciales
en
la
vía
pública
que
vemos
en
el
cine,
son
inexistentes
en
la
actualidad,
ya
que
si
recurrimos
a las
estadísticas
policiales,
son
contadas
con
los
dedos
de
una
mano
las
situaciones
en
las
cuales
se
enfrentaron
practicantes
avanzados
de
artes
marciales.
Por
el
contrario,
el
adolescente
que
practica
un
arte
marcial,
tiene
un
cierto
sentimiento
de
seguridad
producto
de
sus
habilidades
defensivas
adquiridas
tras
largas
horas
de
práctica,
lo
que
llevará
a que
en
una
eventual
agresión
verbal
no
responda
con
una
innecesaria
violencia
física.
Por
último,
y haciendo
a un
lado
la
enunciación
de
la
positiva
influencia
de
la
práctica
en
la
formación
del
cuerpo
del
adolescente,
no
está
de
mas
hacer
referencia
a un
sentimiento
que
se
cultiva
y crea
en
los
practicantes,
como
es
el
sentido
de
pertenencia
a "algo",
que
en
el
caso
de
los
adolescentes
brinda
no
pocos
frutos
que
lo
llevaran
inevitablemente
a alejarse
de
companías
cuyo
único
sentido
de
pertenencia,
está
lamentable
y tristemente
determinado
por
la
afición
al
alcohol
o la
dependencia
a los
estupefacientes.
Si
esta
nota
es
leída
rápida
y someramente,
no
sería
extraño
que
el
lector
adolescente
llegue
erróneamente
a la
conclusión
que,
quien
esto
escribe,
nuevamente
cae
en
la
tendencia
adoptada
por
la
sociedad,
respecto
a que
ellos
son
"cobayos
de
indias"
ideales
para
ser
utilizados
para
estudios
estadísticos.
Nada
mas
alejado
de
la
realidad.
Quien
esto
lee,
si
es
una
persona
comprendida
en
ese
hermoso
período
de
la
vida,
período
que
no
es
extraño
que
provoque
nostalgia
y por
que
no
un
dejo
de
envidia
en
la
persona
adulta,
a él
lo
insto
a que
se
sumerja
en
un
fascinante
mundo,
el
de
las
artes
marciales,
que
a diferencia
de
otros,
no
es
excluyente
sino
complementario
de
todas
las
actividades
normales
que
en
esa
etapa
generalmente
se
realizan,
como
ser
estudiar,
salir
con
amigos,
estar
de
novio/
novia,
viajar,
ir
a bailar,
leer,
escuchar
música,
navegar
por
Internet,
practicar
deporte,
ir
a fiestas
y reuniones,
etc.
La
gran
mayoría
de
los
instructores
de
todas
las
artes
marciales,
tienen
que
tomar
conciencia
que,
en
algunos
casos,
están
en
deuda
con
respecto
a erradicar
el
estado
de
confusión
de
los
padres
sobre
los
rápidos
e inmejorables
beneficios
que
ofrecen
las
artes
marciales
al
gran
caudal
de
público
adolescente.
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