El Kyudo es el arte de la arquería japonesa que, en tiempos medievales, se enseñaba a todos los jóvenes samurai como técnica de guerra, denominándose primitivamente como Kyu-jutsu, hasta que mas adelante, espiritualizada, recibió su nombre actual. Este arte se consideraba idóneo para alcanzar el satori del zen mediante su práctica, es decir, la iluminación. Era el ideal de la unión entre el cuerpo y el espíritu, la unificación espiritual por la que suspira cualquier practicante de la disciplina zen.

El Kyudo no consiste simplemente en apuntar y tensar correctamente la cuerda del arco, sino que lo fundamental es el espíritu que hay que tener en el momento del tiro. Lamentablemente es difícil para la mente occidental comprender los postulados de esta disciplina, donde el dar o no en el blanco es una cuestión relativamente secundaría, ya que es un medio de formación mental propio de Oriente. No es un deporte sino un culto, en el cual la realización no se halla en el exterior sino en el interior de uno mismo, compenetrándose el arquero con su arco, de manera que los dos son una misma cosa.

Para la práctica de este arte marcial se viste el hakama, la clásica falda pantalón que se emplea también en el Aikido y el Kendo, y un kimono. El arquero, en el momento del tiro, suele liberar su brazo izquierdo de la manga. El arco ("Yumi") es largo y asimétrico, estando construido con láminas de bambú pegadas con cola de pescado.

En virtud de que el Kyudo en su forma actual se encuentra íntimamente compenetrado con el zen, encontramos que las definiciones de escritores occidentales que intentan aproximarse al mismo solo recogen el aspecto externo de la disciplina, dado que para poder abarcar el aspecto interno es necesario un minucioso estudio de la filosofía zen, la cual, irónicamente para el público occidental, cuando se le preguntó a un gran maestro sobre el zen, pidiéndole además que lo defina, la respuesta de este, luego que con la cabeza baja reflexionara la respuesta, consistió en un profundo silencio.