Las Artes Marciales y los Adolescentes

 
por Gabriel A. Preci  
 

Es común y habitual recibir en la vía pública volantes entregados en mano, los cuales muchas veces contienen una publicidad de los horarios de un instituto de artes marciales. Estos volantes han cumplido la mayor parte de las veces la función de ser un disparador para que una persona se lance a comenzar la práctica de un determinado arte marcial. Los volantes, que son de una calidad siempre fluctuante y dispar, brindan un mínimo de información sobre el instituto de práctica, estando dirigidos -según palabras textuales- a "Infantiles y Adultos", encontrando rara vez la palabra adolescentes.

Por otra parte, si a cualquier persona llega un ejemplar de una revista de artes marciales, en la misma no es infrecuente encontrar notas referidas a "El taekwon-do y la tercera edad", "beneficios del Kung-fu para los niños", "el Karate y el padre de familia", etc., desprendiéndose de todas ellas que el adolescente es siempre el gran ausente en las mismas. Por la palabra "adolescencia", cualquier diccionario nos informará que es "la edad que sucede a la infancia y precede al estado adulto". Esta etapa "intermedia" se caracteriza no solo por los rápidos cambios hormonales que se producen en el varón y la mujer, sino principalmente por el radical cambio de conducta de los mismos. Dado la velocidad con que se desenvuelve la sociedad en nuestros tiempos, donde la persona no esta exenta de males actuales como el stress y el agotamiento físico, no es fácil para ellas enfrentar situaciones de "individuos en etapa de transición", reaccionando la mayoría de las veces con actitudes de total indiferencia. Esta indiferencia, incide notablemente en esta etapa, donde mas que nunca el adolescente requiere un trato y una comprensión por demás especiales. A los varones y las mujeres por ejemplo no les es grato ni beneficioso escuchar constantemente comentarios referidos a que son chicos para realizar algunas actividades, o que por el contrario ya están "grandes" como para tener una determinada conducta o actitud, creando inconscientemente en ellos la idea de que no encajan en ningún eslabón de nuestra sociedad.

La adolescencia tradicionalmente se afirma que está comprendida entre los 13 y los 21 años, pudiendo según la opinión de algunos analistas extenderse hasta los 25. En este periodo, el cuerpo experimenta un cambio producto del desarrollo del aparato sexual reproductor, segregando las glándulas de dicho aparato una gran cantidad de hormonas que producen un estímulo al que se debe responder. Este estímulo provoca según los médicos excitación y cuenta con gran energía. El no tratar de canalizar los efectos de esos estímulos, producen en los adolescentes conductas y actitudes que los hacen vulnerables a males tales como la drogadicción, el pandillaje, el embarazo no deseado, el abandono escolar y el SIDA, entre otros. Es aquí que entra en esta parte del análisis la práctica de las artes marciales.

Es frecuente escuchar de boca de los padres expresiones tales como "es lo último que mi hijo podría aprender, dado su ocupada agenda de actividades", o "él tiene problemas de agresividad en el colegio secundario", como también "no quiero que después encima me mate a alguien".

En Oriente, la figura del maestro es entendida como complementaria de la de los padres, ya que estos últimos son quienes los crían, siendo el maestro quien los educa. En nuestra sociedad, la figura docente de cualquier rubro esta tan desprestigiada, que intentar paliar el estado de ignorancia que padece gran parte del público con respecto a las artes marciales, se puede convertir para muchos en un objetivo de casi imposible cumplimiento.

En primer lugar, los padres de los adolescentes, que por suerte cada vez comprenden un poco más los beneficios de las artes marciales tanto para los niños como para los adultos, tienen que poder apreciar que esos mismos beneficios son extensibles al cuestionado público adolescente. El deporte es indicado para ellos como una actividad casi obligatoria por parte de muchos psicólogos, por lo tanto, la combinación de entrenamiento de la parte externa como interna de la persona, que ofrecen las artes marciales provenientes de oriente, lejos puede perjudicar la salud emocional de un joven, sino que por el contrario, le brindara una visión de ciertos aspectos de la vida por sobre la media común de sus pares.

No podemos dejar de traer a colación otro infundado comentario referido a que las artes marciales tienden a formar una personalidad individualista. Nada más lejos de la realidad. El estudiante que se encuentra bajo la guía de un profesional, rápidamente y en virtud al clima creado en la clase por este último, apreciará e incorporará valores tales como el respeto al prójimo, la auto confianza, la perseverancia, el auto control, el espíritu de superación, la camaradería y el criterio propio, por enunciar tan solo algunos. Basta apreciar las reuniones a la salida del horario de práctica del adolescente con sus compañeros, en las cuales brillan por su ausencia el alcohol, o sino también comprobar el espíritu de apoyo y colaboración que se encuentra en un torneo cuando un compañero del instituto de práctica decide competir, para demostrar que las artes marciales lejos están de producir eremitas o inadaptados sociales.

Las espectaculares peleas entre artistas marciales en la vía pública que vemos en el cine, son inexistentes en la actualidad, ya que si recurrimos a las estadísticas policiales, son contadas con los dedos de una mano las situaciones en las cuales se enfrentaron practicantes avanzados de artes marciales. Por el contrario, el adolescente que practica un arte marcial, tiene un cierto sentimiento de seguridad producto de sus habilidades defensivas adquiridas tras largas horas de práctica, lo que llevará a que en una eventual agresión verbal no responda con una innecesaria violencia física.

Por último, y haciendo a un lado la enunciación de la positiva influencia de la práctica en la formación del cuerpo del adolescente, no está de mas hacer referencia a un sentimiento que se cultiva y crea en los practicantes, como es el sentido de pertenencia a "algo", que en el caso de los adolescentes brinda no pocos frutos que lo llevaran inevitablemente a alejarse de companías cuyo único sentido de pertenencia, está lamentable y tristemente determinado por la afición al alcohol o la dependencia a los estupefacientes.

Si esta nota es leída rápida y someramente, no sería extraño que el lector adolescente llegue erróneamente a la conclusión que, quien esto escribe, nuevamente cae en la tendencia adoptada por la sociedad, respecto a que ellos son "cobayos de indias" ideales para ser utilizados para estudios estadísticos. Nada mas alejado de la realidad. Quien esto lee, si es una persona comprendida en ese hermoso período de la vida, período que no es extraño que provoque nostalgia y por que no un dejo de envidia en la persona adulta, a él lo insto a que se sumerja en un fascinante mundo, el de las artes marciales, que a diferencia de otros, no es excluyente sino complementario de todas las actividades normales que en esa etapa generalmente se realizan, como ser estudiar, salir con amigos, estar de novio/ novia, viajar, ir a bailar, leer, escuchar música, navegar por Internet, practicar deporte, ir a fiestas y reuniones, etc.

La gran mayoría de los instructores de todas las artes marciales, tienen que tomar conciencia que, en algunos casos, están en deuda con respecto a erradicar el estado de confusión de los padres sobre los rápidos e inmejorables beneficios que ofrecen las artes marciales al gran caudal de público adolescente.

 

Gabriel Alejandro Preci - Instructor 3° Dan de Taekwon-do I.T.F.
Abogado

 

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